A corto plazo qué

Publicado por Comunicaciones Confeba en

“Cambien su manera de pensar, para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios”…  Ro.12:2 DHH

Un predicador afirmó: Nuestros pecados no representan un problema para Dios; aunque ha sido difícil el camino para alcanzar el perdón efectivo y la remisión de las culpas, logró hacerlo por medio de Cristo.  Lo que realmente es un problema para Dios, es nuestra mentalidad.  Es la forma en cómo pensamos, lo que pone condicionamientos a Dios e impide que su obra se desarrolle plenamente y cumpla sus propósitos.  Un ejemplo muy claro de esto se encuentra en las escrituras en Hechos 10: un hombre no judío, busca a Dios  (Cornelio) y un predicador judío (Pedro) lucha por entender que la salvación también es para quienes no son judíos.  Dios trata con Pedro el asunto para mostrarle la dirección que le ha dado a su plan redentor: “No llames tú común, a lo que Dios ha limpiado…”  sin embargo no parece que Pedro esté muy convencido, porque en la visión, no obedece y cuando entra a casa de Cornelio, dice: -ustedes saben lo que significa para un judío entrar en la casa de un gentil (pagano).  ¿Qué está actuando en Pedro a modo de lente que mira y observa todo?: Su mentalidad, su forma de pensar, su cosmovisión de las cosas que resulta del modo de vivir judío.

 

Otras mentalidades han contribuido grandemente en la historia… una de ellas fue la de Billy Graham, quien al inicio de sus campañas, se negó a diferenciar los asientos en los estadios para los “negros” y los “blancos”.   En sus campañas, solo había asientos, sin diferenciación.  Esta actitud catapultó su ministerio como un evangelista global y luego como internacional.  Ahí tenemos dos ejemplos de cómo la forma de pensar puede abrir las puertas o puede cerrarlas.  En el caso de Pedro, fue un proceso largo de Dios, de ayudar al pueblo judío a hacerles comprender que el evangelio del cual eran heraldos, era para todos.

 

Frente a una crisis global como la causada por el Covid-19, hemos visto múltiples reacciones a la pandemia, desde las optimistas, pesimistas, temerosas, audaces, intelectuales, temerarias, disparatadas, negligentes, previsoras, proféticas… en fin, se han generado tantas respuestas que en muchos contextos, el resultado ha dado como fruto confusión, desánimo y frustración por no saber lo que necesitamos para tomar decisiones de manera correcta. Por esto, más allá de la forma en cómo pensamos es muy prudente reflexionar y considerar la identidad que tenemos como hijos de Dios y cuánto de nuestra influencia puede hacer realmente una diferencia.  Sabemos por la historia que Martín Lutero, en los días de la reforma vivió una de las pestes más trágicas en Europa: la peste negra o bubónica y animó a los hijos e hijas de Dios a cumplir un rol estratégico en esa hora, sin titubeos y sin corazones dominados por el miedo, aun cuando, al igual que ahora, muchos dieron su vida en el servicio por otros.

 

 

La historia de la iglesia, también da testimonio de que las crisis, han representado grandes oportunidades para la propagación del evangelio o también graves atrasos en la agenda de la misión y lo que ha accionado una u otra manera de responder, sin lugar a dudas ha sido la mentalidad con la que interpretaron las cosas.  Si de la misión se trata,  déjeme mostrarle un ejemplo: ha acontecido en general en esta crisis y de manera global que gran parte del apoyo dado a obreros en lejanas tierras, a proyectos misioneros, ha sufrido una importante baja.  Este pensamiento está fundamentado en el hecho de que muchos dicen: – No podemos dar apoyo afuera cuando en nuestro propio contexto, en nuestra propia comunidad, vemos gente sufriendo y pasando necesidades…” y sin remorder mucho la conciencia,  nos avisan: no podré apoyar más.   Por supuesto, como director de una organización misionera, tenemos una palabra de gratitud hacia quienes son parte integral del apoyo y damos palabras de ánimo a quienes de una u otra forma han sido parte del apoyo.  Un estudio realizado por COMIBAM Internacional, (setiembre de 2020) avala el hecho de la caída global a nivel Latinoamérica del apoyo dado a los casi 15 mil obreros latinos en el mundo.

 

¿Es correcto esta forma de pensar? ¿Es correcto que en medio de una crisis como la que estamos viviendo, demos prioridad a lo que tenemos, hasta ver cómo salimos? Permítame darle un ejemplo:  cuando en el año 2000 visité por primera vez  Alemania, eran días en que Alemania Occidental había recibido la Alemania Oriental desde la antigua Unión Soviética.  Ahí estaba la Alemania oriental que tuve oportunidad de ver y visitar, destruida por el comunismo y la guerra.  Fue tarea de Alemania Occidental la reunificación e integración, la inversión y la modernización de lo que hoy luego de muchos años es Alemania, unos de los países más desarrollados del planeta.  En esos días, la razón de mi visita, era agradecer a muchas iglesias, organizaciones, familias y personas que dieron donativos para la compra de tierras en el norte argentino, en la provincia del Chaco, para familias qom.  Personalmente había estado involucrado en el tema por varios años y la razón era que las iglesias alemanas habían hecho decididamente su contribución para que familias indígenas tuvieran sus tierras.  Yo iba para agradecer y rendir un reporte de lo alcanzado y logrado.  Por esos días  de visita, también escuché repetidamente: Ya no podremos seguir ayudándolos, ahora la pobreza es nuestra vecina y tenemos compromiso con la edificación de la Alemania destruida por la guerra…  Siendo un líder joven, en ese momento, no pude darme cuenta que por esa mentalidad, estaban sacrificando la visión de alcanzar el mundo, por las necesidades más inmediatas… Me tocó agradecer en cada lugar que visitamos, todo lo recibido.  El tiempo daría testimonio que por pensar en el contexto inmediato relegando el más amplio, el país creció enormemente económicamente, pero la fuerza de misión ha ido cayendo drásticamente y hoy tanto Alemania, como los países europeos, nos está  pidiendo que enviemos obreros.  Apenas un siglo atrás, el 75% de la cristiandad estaba en Europa y hoy solo el 15% se considera nominalmente cristiana.  Es muy simplista decir que esto ha ocurrido por sólo el desarrollo de la visión, hay múltiples factores que han contribuido a esto: el humanismo, el materialismo y el islam han hecho también su trabajo. Sin embargo la mentalidad, ha sido un acompañante clave para definir el pobre escenario misionero que tenemos hoy en Europa.

 

Los seres humanos solemos pensar en términos de necesidades y suelen ser las necesidades lo que nos mueven, sin embargo Dios suele pensar en propósitos y se mueve por esto. Se ha dicho con sabiduría: Dios no es movido por la necesidad, sino por su propósito, por su voluntad de bendecir…  Existen, un sinfín de historias bíblicas donde Dios usa la pequeña porción de algo, para multiplicar y mostrar su gloria.  En estos contextos de pobreza, la mirada de Dios, no es la transferencia de recursos como podría ser para nosotros, sino la forma en que vivimos y pensamos, lo que tiene potencial de cambio.   Trabajé varios años en contextos de pobreza donde lo más pobre no era la pobreza material, sino la mentalidad.  Por esta razón, cuando la iglesia al mirar la realidad presente de la pandemia, racionaliza sus recursos y prioriza en contexto inmediato en pro de la visión más amplia de la misión y la agenda que los propósitos divinos sostiene; actúa con mentalidad cortoplacista y sacrifica en el altar de hoy, el futuro de mañana, su liderazgo, la vitalidad y el alcance de la misión en todos los aspectos.  El apóstol Pablo uso este razonamiento con los corintios, cuando no querían sumarse a asistir a sus hermanos en Jerusalén, además de mostrarle el propósito subyacente en esta “ministración”, les puso como ejemplo a los macedonios, quienes dieron de “su pobreza” para bendecir a quienes en otras instancias le dieron al Salvador.  No era el volumen de sus ofrendas, lo que contaba en este caso, sino la determinación del corazón.

 

Sí, mi querido lector, para mí, es un tema de mentalidad; es la forma en cómo pensamos que determinará lo que haremos y permítame mostrarle algunas realidades: en medio de las dificultades que experimentamos, un buen número de iglesias, ha visto multiplicado sus recursos, sus dones, sus oportunidades ministeriales, sus desafíos de evangelización porque no relegaron su agenda inmediata por aquellos esfuerzos que necesitamos continuar haciendo.  Creo profundamente que en el presente contexto actual, la iglesia latinoamericana, posee en sentido amplio, una hora clave en los planes y en los avances de la misión y si hay una brújula que nos marca nuestro norte, es el constante enfoque en el perdido, en quien no está alcanzado, en el que aún no ha escuchado, en quienes la pregunta bíblica resuena: ¿pero cómo oirán sin haber quien les predique?  Y ¿cómo predicarán si no son enviados?…    No es una opción para la iglesia, poner a disposición de todo el que necesita el evangelio, es un mandato. Quiera nuestro Señor, que la mentalidad que desarrollemos esté impregnada de la visión de ver extendido el reino, hasta los confines de la tierra y a nuestras necesidades bajo la perspectiva de un Dios proveedor y no del criterio logístico para distribuir lo que tenemos.  Quiera también el Señor, levantar líderes con un llamado claro en esta hora, con dones bien definidos para las demandas de hoy y que no claudiquen al estilo de Saúl, a la voz de la mayoría, sino que busquen un discernimiento de la voz de Dios para guiar al pueblo del Señor en esta hora, en este tiempo.  Estos líderes marcarán la mentalidad de la iglesia y harán una gran diferencia en la agenda de la misión.   La historia de la iglesia, testifica que Dios, siempre se ha provisto de esa gente.

 

“El que siembra poco, poco cosecha, el que siembra mucho, mucho cosecha” 2ª Co.9:6 DHH  La siembra no es una cuestión de cantidad, sino de fe.

 

 

Pr. Daniel Cabañas

Director AMI

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