Cuidemos nuestra casa
La pandemia Covid-19 dejó en evidencia la fragilidad del ser humano en relación a los padecimientos por enfermedades propias o de algún familiar, de amigos, pérdida de trabajo, etc. Hemos aprendido a convivir con la soledad en muchas circunstancias.
De distintas maneras, este suceso modificó nuestras vidas instándonos a un reordenamiento de prioridades. Lo que antes dábamos por sentado, ahora cobra un valor intrínseco que quizás teníamos olvidado, o bien no le dábamos la importancia merecida.
También nos obligó a pensar qué estamos haciendo en función del cuidado del medio ambiente –“nuestra casa”-, expresión que a veces nos resulta lejana pero que se revierte en forma inmediata cuando padecemos alguna catástrofe natural. Aunque también la frase “catástrofe natural” es una expresión para repensar, dado que siempre tenemos algún grado de responsabilidad.
Es evidente que la industrialización, la deforestación y la agricultura a gran escala, han impactado negativamente en nuestro planeta, sin olvidarnos de la indiscriminada emisión de gases provocando el llamado efecto invernadero y calentamiento global.
En el ámbito jurídico, desde la Organización de las Naciones Unidas se viene trabajando en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, aprobando instrumentos apropiados, como lo son el Protocolo de Kyoto de 1995, que obliga jurídicamente a los países desarrollados que son Parte, a cumplir metas de reducción de emisiones.
Luego se firmó el Acuerdo de París, cuyo principal objetivo es reforzar la respuesta mundial a la amenaza del cambio climático manteniendo el aumento de la temperatura mundial en este siglo por debajo de los 2˚C con respecto a los niveles preindustriales y proseguir con los esfuerzos para limitar aún más el aumento de la temperatura a 1,5 ˚C.
En 2019 tuvo lugar la Cumbre sobre la Acción Climática, haciendo foco en la industria pesada, soluciones ecológicas, ciudades, energía, resiliencia e inversiones para el cambio climático.
Al respecto, el pasado 7 de junio del corriente año, en una nota brindada a un periódico de nuestro país, el ex Presidente de la Corte Suprema Dr. Ricardo Lorenzetti expresó: “Hay un nuevo enemigo que no respeta las fronteras y entró en nuestras casas provocando nuestro temor, por eso es importante cambiar el enfoque”.
Y agregó: “La lucha por el ambiente implica fortalecer la naturaleza para que no se repitan las zoonosis, los incendios, las inundaciones, el calentamiento global y por lo tanto implica un cambio de sistema económico, social y de la gobernabilidad política global. Es proteger el Estado de Derecho Ambiental, desarrollo y consumo sustentables”.
Como podemos observar, desde distintos puntos de vista, advertimos la necesidad de generar un cambio en los asuntos de impacto ambiental.
Aún desde la perspectiva espiritual, los seguidores de Jesús encontramos dirección específica en su Palabra. Génesis 1:26-31 nos recuerda nuestra posición de administradores del planeta que habitamos, cuando expresa lo siguiente: “Y los bendijo Dios con estas palabras: ¡Reprodúzcanse, multiplíquense, y llenen la tierra! ¡Domínenla! ¡Sean los señores de los peces del mar, de las aves de los cielos, y de todos los seres que reptan sobre la tierra!”
De modo que resulta muy recomendable aprovechar este tiempo para examinar si estamos cumpliendo nuestro rol de administradores de la creación y de qué manera lo estamos haciendo.
Sobre este tema, la Confederación Evangélica Bautista pone a disposición el material denominado “Iglesia del Tercer Milenio”, que brinda información y formación práctica para la enseñanza y la puesta en práctica de acciones comprometidas con el medio ambiente.
Ante esto la iglesia debe levantar su voz profética y concientizar no sólo al pueblo cristiano sino a la sociedad en general sobre la responsabilidad de cuidar el balance natural del medio ambiente y evitar un dispendio innecesario de recursos naturales no renovables.
En dicho material, se sugieren algunas acciones concretas que la iglesia local podía llevar adelante para trabajar el tema del cambio climático, por ejemplo:
- Celebrar el Día Mundial del Medio Ambiente realizando acciones de impacto en el barrio, por ejemplo: barremos las veredas; pintamos las plazas; tareas de reciclado y separación de residuos; etc.
- Celebrar “cultos ecológicos” de acción de gracias por la creación de Dios, dictando talleres sobre su cuidado y profetizando sobre las consecuencias del pecado de la contaminación.
- Invitar especialistas en el tema que brinden charlas abiertas al barrio.
- Reunirse con organizaciones civiles del barrio que estén trabajando en esto (principalmente escuelas, Ong´s y el Área de Medio Ambiente del Municipio).
- Desarrollar acciones prácticas promoviendo el voluntariado responsable como mayordomos de la creación.
Quienes pertenecemos a una comunidad de fe, estamos persuadidos de la necesidad de enseñar a otros cristianos sobre este tema y desafiar a las nuevas generaciones a cuidar la “casa” que hoy Dios nos permite habitar. Es nuestra “casa”, es nuestro planeta, es de todos.
[DESCARGAR] IGLESIA DEL TERCER MILENIO
Alejandra Miremont Mare
Directora de la Secretaría Legal y Técnica
Confederación Evangélica Bautista
legalytecnica@confeba.org.ar