Nuestra Historia
Los Bautistas en la Argentina
La historia bautista en la Argentina se asocia con el pastor Pablo Bessón quien con su solo nombre llena todo un paisaje humano. La variedad y amplitud de su personalidad y la acción heroica de sus afanes, lo constituyen el arquetipo de todos aquellos que se atrevieron a «correr los riesgos de la libertad».
Sin embargo, el primer bautista que registra la historia argentina es el pastor Diego Thompson quien llegó a Buenos Aires el 6 de octubre de 1818 enviado a difundir los principios pedagógicos del gran educador evangélico Lancaster.
Recibió apoyo del presidente Bernardino Rivadavia y de su ministro Martín Rodríguez. En 1821 ya funcionaban 16 escuelas en la ciudad y campaña. El 19 de noviembre de 1820 realizó el primer culto bautista del que se tenga noticias en el país. Al salir del país rumbo a Chile y luego al Perú, en contacto con el Gral. José de San Martín, el Cabildo de la ciudad de Buenos Aires le concedió la ciudadanía honoraria reconociéndolo como un ciudadano ilustre.
En 1865 un grupo de bautistas, congregacionales y metodistas que inmigraron de Gales se radicaron heroicamente en el valle del Río Chubut. Su pastor fue Roberto Williams, e! primer pastor bautista que dirigió una iglesia de su propia fe en territorio argentino ¡y en la Patagonia!
En la década de los años ochenta varios misioneros bautistas se aventuraron a llegar al país: Jorge Graham en las Flores y F. Usier Newton en Tandil. Roberto Logan y Roberto Eider de la Unión Evangélica luego engrosaron las filas de los pioneros que en la Provincia de Buenos Aires establecieron numerosas iglesias en pueblos que jalonaban las líneas ferroviarias.
Pablo Bessón llegó en 1881 en calidad de inmigrante y se dirigió a Esperanza en la provincia de Santa Fe. Al iniciar su labor evangelística tuvo que enfrentar su primera lucha por la libertad de conciencia al sepultar en los jardines de la casa paterna una niña a cuyo cuerpo se prohibió la entrada en el cementerio por no tener la «fe de bautismo».
En 1882 se trasladó a Buenos Aires y organizó la primera iglesia Bautista, la actual Iglesia del Centro. Continuó su apasionada defensa de las libertades públicas que la Constitución Nacional consagraba pero que las costumbres y tradiciones religiosas de aquella época negaban.
Realizó un casamiento «civil» cuando todavía no existía el Registro Civil que hoy conocemos. Para su creación, escribió en los principales diarios. La expresión literaria llegó a su expresión máxima con la traducción del Nuevo Testamento.
En el año 1903 otro notable pionero bautista desembarcó en la Argentina. Sidney Sowell, doctorado en Teología en los Estados Unidos, había sido invitado a ser misionero en Palestina o Siria pero prefirió esperar hasta que se abriera la oportunidad de venir a la Argentina. Bessón y Sowell, un suizo-francés y un norteamericano, fueron los hombres que Dios utilizó para consolidar los esfuerzos bautistas de principios de siglo.
Sowell organizó la iglesia de Constitución y luego las de Once, Caballito y Chacarita. Inició el seminario en 1918 con un solo estudiante.
Los Bautistas de la Confederación Bautista Argentina
El 1º de enero de 1909 se organizó la Convención Evangélica Bautista congregando 5 iglesias y declarando en su constitución: «La Convención tiene por fin sugerir a las iglesias los mejores medios para realizar con buen éxito la propagación del evangelio, y hacer en común aquellas cosas que no afecten la autonomía de cada congregación.»
Los bautistas argentinos, fieles a los principios del Nuevo Testamento, respetan el principio de la absoluta independencia de las iglesias. Este principio de libertad congregacional, sin embargo, se combina armoniosamente con el principio de cooperación entre las distintas iglesias autónomas.
Por esa razón, cuando en la República Argentina ya estaban organizadas varías iglesias, éstas, por su propia determinación, crearon el organismo fraternal que se conoce como la Convención Evangélica Bautista Argentina.
Sowell predicó en 1911 sobre la obra misionera que estaba comenzando en Chile un audaz y aventurero misionero escocés llamado Guillermo Mac Donald. No contaba ni con apoyo ni con recursos de ninguna naturaleza. Las cinco iglesias afiliadas y otras tres que lo hicieron después decidieron ayudar a sostener a la obra en un país extranjero. La fe, traspuso nada menos que la Cordillera de los Andes.
No resultó extraño que en 1911 se reformaran los estatutos de la Convención y se propusiera agregar a la frase «Realizar con buen éxito la propagación del evangelio…» un párrafo desafiante: «en su territorio y en el extranjero». La obra misionera en Chile fue sostenida hasta el año 1919.
La obra en el Paraguay fue iniciada en medio de una tenaz oposición clerical y en un clima de guerra. Fue designado misionero Maximino Fernández.
En el año 1942 los bautistas argentinos comenzaron una obra en Tacuarembó en el norte del Uruguay y en 1976 se inició la obra misionera en el Perú con el envío de Alba Montes de Oca y luego el que sería su esposo Norberto Clarke.
En 1990, los bautistas argentinos responden al llamado de los hermanos españoles y designan como misioneros a Ignacio Loredo y su esposa María Teresa Franco.
En 1991, y habiendo sido misioneros argentinos en Italia durante 10 años, viajan a España los hermanos Carlos y Susana Bloise con sus hijos. La enfermedad de Teresa de Loredo y el regreso del matrimonio a la Argentina implica un cambio de personal misionero. Continúa la misión en la Madre Patria.
Con una misión mundial, las iglesias bautistas argentinas no tuvieron inconvenientes en abrir obras misioneras en todas las provincias argentinas.
Coordinando los recursos humanos y financieros la Convención se constituyó en un canal eficiente para facilitar la tarea de iglesias y asociaciones regionales para levantar iglesias en todo el territorio nacional.
La otra gran visión de los pioneros de 1901 fue publicar folletos evangelísticos para su distribución gratuita. En 1908 se compró una pequeña imprenta en la ciudad de Rosario con la que se comenzó a editar EL EXPOSITOR BAUTISTA, órgano oficial de los bautistas argentinos, que en el día de hoy, tiene un tiraje de casi 8.000 ejemplares..’
En 1914 se publicó el libro «Héroes y Mártires de la Obra Misionera» de Juan C. Varetto, el libro más vendido de toda la historia dé las publicaciones evangélicas nacionales.
En la década de los años cincuenta se dio un gran impulso a la educación cristiana en las iglesias, proveyendo materiales, entrenando maestros y facilitando recursos para la construcción de edificios educacionales.
La educación secular fue otra preocupación de los pioneros y una escuela para varones funcionaba en el viejo edificio del Seminario en 1920.
Muchos jardines de infantes y escuelas funcionan hoy llevando la educación a la más completa acepción del concepto.
Suplir las necesidades de los niños fue uno de los constantes desafíos que enfrentaron los bautistas argentinos. En 1929 se organizó la Junta de Hogar Infantil iniciando el primer Hogar de Niños en Esperanza. En 1937 se creó la Junta Hogar de Ancianos y en 1950 se inauguró el primer Hogar en Fisherton, barrio residencial de Rosario.
Todo este tremendo crecimiento denominacional, demandó la organización de un organismo jurídico, que protegiese semejante capital creado por los diezmos y ofrendas de los bautistas argentinos y del mundo. Por ello, en 1935 se creó la Confederación Evangélica Bautista, expresión jurídica de !as iglesias. Hoy, con casi mil propiedades en todo el territorio nacional, la Confederación es un departamento de la Convención.
La Convención Evangélica Bautista Argentina está afiliada fraternalmente a organismos denominacionales como la Unión Bautista Latinoamericana y Alianza Mundial Bautista.
Además respaldó la creación de la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (ACIERA) y es miembro fundador de la Confraternidad Evangélica Latinoamericana (CONELA).
El futuro de la Convención Evangélica Bautista Argentina depende inexorablemente de las mas de 800 iglesias que la integran decidan realizar.
Como lo expresaron los pioneros de 1909 los bautistas hoy miran al futuro afirmando que toda planificación denominacional deberá responder a lo que la iglesia debe ser y hacer.